El consumo mundial de vino ecológico se aproxima a mil millones de botellas al año

El pasado 10 de marzo tuve el privilegio de inaugurar las actividades del Programa de Formación 2021 de la Asociación de Sumilleres de La Rioja con el primer Curso de Formación Técnica para Sumilleres, que dedicamos a la vitivinicultura ecológica y, más en concreto, a los vinos ecológicos de Rioja, su historia, evolución, retos y cualidades.

Creo que pasamos un muy buen rato. Y, además, descubrimos e interiorizamos unos cuantos conceptos que nos pueden ser de utilidad. Al menos, esa fue mi impresión. Claro que con las mascarillas y la distancia de marras, nunca se sabe. Espero que sí.

Con el título “Logros, retos y curiosidades del vino ecológico en Rioja”, el profesor Antonio Palacios, profesor de Análisis Sensorial de la Universidad de La Rioja y presidente del jurado de los Premios Ecovino, y un servidor, organizador de la cata-concurso de vinos ecológicos certificados desde su origen en 2009, realizamos una reflexión participativa sobre la agroecología y los vinos ecológicos de Rioja en el Club de Marketing de La Rioja.

Por mi parte, provoqué a los 25 sumilleres participantes que lograron plaza, dadas las restricciones de aforo por el Covid-19, con un juego cooperativo (en el que todos jugamos en el mismo equipo) a base de preguntas intrincadas cuyo objetivo no era otro que adquirir conciencia de la dimensión y de la importancia del sector vitivinícola y, en concreto, del subsector ecológico, así como de sus repercusiones sociales, mercadotécnicas y medioambientales.

En la introducción del juego, no olvidé mencionar los orígenes de la agroecología y de la permacultura, ciencia multidisciplinar encargada del diseño de hábitats humanos sostenibles y que engloba, además de la vertiente agrícola, muchas otras, como la bioconstrucción, las energías renovables, el transporte sostenible, la nutrición, la educación, el ocio… es decir, todo lo necesario para una vida sana y sostenible —ojalá simbiótica— de las sociedades humanas en relación con el ecosistema planetario y todos sus habitantes. Esa permacultura es, además, la que da nombre a la asociación ‘Cultura Permanente’, que es la entidad promotora de los huertos ecológicos municipales de Logroño, además de los Premios Ecovino y de las Jornadas Universitarias del Vino Ecológico (JUVE), entre otras iniciativas.

También hubo tiempo para destacar la aportación al nacimiento de la ecología por parte de la limnóloga Rachel Carson, gracias a su Revolución Silenciosa, publicado en 1962 y considerado uno de los libros científicos más importantes de la Historia por alertar de las consecuencias de la fumigación masiva con DDT y promover la creación de la Environmental Protection Agency (EPA), entre otras cosas.

Así, jugando a adivinar, nos hicimos conscientes de que más de una de cada cuatro bodegas españolas ya está elaborando vinos ecológicos certificados. Un 27,8%, para ser más exactos. También descubrimos que solo La Rioja cuenta ya con 62 bodegas certificadas, un 6,9% más que en 2018, y lo que supone aproximadamente un 20% del total de las bodegas de la región. Y nos sorprendimos con otro dato: solo un 2,29% del viñedo de La Rioja está certificado en ecológico: 1088 hectáreas. Aunque represente un 14,78% más que en 2018.

Otras regiones como Murcia ya cuentan con un 55,2% de su viñedo certificado en ecológico; o Cataluña, con un 33%; Baleares, con un 30%; la Comunidad Valenciana, con un 21%; La Mancha, 13,1%; Aragón, 10%; Castilla-León, 9,8; Navarra, 7,3%; o Euskadi, con un 7%.

Para no quedarnos solo en los números (que, por cierto, también demuestran que los vinos ecológicos certificados saben mejor, según un metaestudio realizado por la UCLA con cerca de doscientos mil vinos en catas ciegas), el profesor Palacios intercaló entre preguntas el análisis sensorial de seis vinos ecológicos de Rioja elegidos entre los mejor valorados en los Premios Ecovino 2020: Vega Vella Graciano 2017, de Cornelio Dinastía; Don Jacobo Crianza 2017, de Bodegas Corral; La Pasión de Una Vida 2019c de Bodegas Ramón Sáenz; Usoa de Bagordi Tinto 2019, de Bodegas Bagordi; Noralba Blanco 2019, de Castillo de Mendoza y Carravalseca 2019, de Casa Primicia.

La valoración fue unánime respecto a la alta calidad de los vinos catados, muestra del alto nivel que en general ofrecen actualmente este tipo de vinos, basados fundamentalmente en la obtención de una uva de máxima calidad e higiene con métodos de cultivo respetuosos con el medio ambiente.

Así, no es de extrañar que el consumo mundial de vino ecológico certificado se haya duplicado entre 2013 y 2019, vendiéndose ya 802 millones de botellas al año en todo el mundo. Y esto no ha hecho más que empezar. Porque no es tendencia ni moda ni nicho ni pose. Es una realidad necesaria y acuciante de elaborar vinos de calidad y honestos, con expresión auténtica del terruño. Y de hacerlo con el máximo respeto al medio natural y a las generaciones venideras, que reclaman una herencia digna, con un territorio fértil, repleto de vida y de futuro.

(Más información: www.premiosecovino.com>>>)